CARLOS ARO
RESEÑA BIOGRÁFICA Y SU CARRERA BOXÍSTICA:
Martes, 17 de marzo de 2009
Carlos Alberto Aro
ahora le pelea a la vida. Uno de los grandes pugilistas mendocinos de todos los
tiempos, campeón panamericano '59 y representante olímpico en Roma '60. A los
70 años evoca su trayectoria, que empezó a los 12 años.
Carlos Alberto Aro
está otra vez atento al inconfundible sonido de la campana, como si estuviera
parado en el centro del ring, con todos sus sentidos atentos y alertas, los
ojos bien abiertos, en guardia con su izquierda extendida como en sus tiempos
de brillo y esplendor, cuando se convirtió en el mejor liviano del país,
Campeón Panamericano en Chicago en 1959 al vencer en la final al norteamericano
Charles Brown, representante Olímpico en Roma 1960, recordado Campeón Argentino
y Sudamericano de los livianos en esos inolvidables años de la década del 60,
tercero alguna vez en el ránking mundial de la categoría, pupilo del eterno
maestro y gran hacedor de campeones, don Francisco Paco Bermúdez.
En una época de muy buenos adversarios en
los que les ganó a todos como Pedro Benelli, Raúl Santos Villalba, Horacio
Golepa Cabral, Julio Catallini, Adán Gómez, Héctor Hugo Rambaldi, Víctor Omar
Gottifredi, Víctor Hugo Echegaray, Cirilo Pausa, Tristán Falfán, Héctor Jorge
Pace, Juan Carlos Salinas, Raúl Celestino Venerdini y los extranjeros Oriste Do
Santos, Josué de Moraes, Luis Duberli Zúñiga, Sebastián Nascimento, Acosta
Azevedo y George Foster, el estadounidense de Ohio, cuarto en el ránking
mundial, al que puso KO en el round 4 en el Luna Park la noche que la corona
ecuménica estuvo más cerca que nunca (noviembre '68).
Lejos de las luces y marquesinas del
pasado, de los éxitos que se sucedían sin cesar, que hicieron de su zurda la
mano más respetada y admirada del país y toda Sudamérica, superior a las de
Cirilo Gil y el Cholo Manuel Ricardo González "el Carlitos", como
siempre se lo reconoció en su barrio de Dorrego, el gimnasio del Mocoroa de la
calle Estrada, en las noches de largas guitarreadas y sobremesas de café y
entre los amigos que se jactaban de su amistad, ahora le pelea a la vida.
Porque a los 70 años, que cumplirá un día
después de la llegada de la primavera - el próximo 22 de setiembre - se enfrenta
a un rival que llega de las sombras, que sólo espera un último desliz, un
postrer error, para llevarlo contra las cuerdas y arrojarlo al rincón del más
definitivo de los olvidos. Es un combate desigual, porque Aro está en
desventaja.
Ya no bailotea como antes, "no pega y sale" como le enseñó su
gran maestro; ahora se defiende como puede. Aún lo acompaña la dignidad, además
de esa mujer de nacionalidad peruana que de grande le robó el corazón y con
quien contrajo enlace en 2002, su esposa Adriana Carranza Sandoval, su sostén
anímico y espiritual para tratar de construir un futuro mejor, a la que había
conocido unos meses antes.
UN HUMILDE CUARTO
Un humilde cuarto, en una pensión que
habita en Barcala al 100 de ciudad -limpio y ordenado- con su pequeña cocinita,
un baño privado, la cama de dos plazas, la mesa con sus sillas, dos grandes
roperos y un televisor es el hogar de estos días mientras con su mujer sueñan
ilusionados con la casa propia en un terrenito que están terminando de pagar en
Las Viñas de San Alberto, en Guaymallén.
Allí transcurren los días de aquel pibe
que se crió y vivió con sus 8 hermanos en la calle Pedro Vargas de Dorrego,
entre Remedios de Escalada y Dorrego, hijo de don Rufino Aro y doña María
Carrasco, pero que había nacido en El Carrizal, departamento de Luján de Cuyo
(22-09-39), ex-Campeón Amateur Mendocino, Militar (estuvo bajo bandera), Cuyano,
Argentino, Latinoamericano y Panamericano en Chicago, cuando siempre recuerda
con emoción que subió al pedestal, izaron la Bandera Argentina, ejecutaron el
Himno Nacional y lo distinguieron con una medalla de oro que al tiempo extravió
en un taxi.
De la mano de Ernesto Perín, primero, y
Miguel Rivera después, cuando ya boxeaba con la izquierda extendida y la
derecha pegada al mentón, comenzó a edificar su historia, con apenas 12 años en
la categoría "mínimo". Profesional bajo las órdenes del profesor
Bermúdez que lo recibió en el Mocoroa con esta recomendación allá por 1964:
"Si usted se cuida y se dedica yo lo voy a hacer campeón, pero tiene que
cuidarse y dedicarse todos los días".
El mismo Bermúdez que, según recuerda su
sobrino, Carlos Bermejillo, lo felicitó con efusividad cuando tres años después
de haber perdido en 1963 el invicto frente a Pedro Benelli por abandono en el
séptimo -dirigido entonces por Miguel Rivera (Rayo Boxing Club)- en la revancha
lo puso de rodillas (KO en el décimo). Aquel elogio de don Paco resultó una
premonición: "Éste es el Aro que quiero y admiro; así deseo verlo
siempre".
Las coronas argentina de los livianos -entre el 01-07-67 y el 22-11-69 y
entre el 10-06-72 y el 16-12-72- y la sudamericana -entre el 14-02-68 y el
19-11-71- marcaron la época más contundente y brillante del mendocino que, como
aficionado y rentado, completó 247 peleas y que luego de derrotar el 16 de
noviembre de 1968 a George Foster por KO en el cuarto round en el Luna Park
perdió ante Peppermint Frazer en Panamá (KO en el primero) la posibilidad de
combatir por el título ecuménico y nunca más tuvo una chance a nivel mundial.
VIDA ARTÍSTICA
Desde sus épocas de boxeador, Aro
frecuentó el ambiente artístico con salidas nocturnas, algunas copas de más,
guitarreadas y la compañía de varios intérpretes melódicos que eran sus amigos
y que estaban de moda en Buenos Aires donde peleaba habitualmente. Así se
amanecía cada tanto en los cafés con Antonio Prieto, Roberto Yáñez, Danny
Martín y los mendocinos Daniel Riolobos y Polo Márquez.
Así evoca la historia de su primera
guitarra: "La noche que le gané el título argentino al rosarino Rambaldi
-01-07-67- pasó a saludarme por el hotel Leonardo Favio acompañado de su esposa
Carola y del periodista Rodolfo Braceli. Me abrazó y me dio un paquete.
"Esto es para vos, campeón", dijo. Nunca tuve una guitarra igual y
siento haberla empeñado; cuando quise recuperarla había perdido la boleta de
empeño".
Cuando retornó a Mendoza en 1996, tras radicarse 9 años en Buenos Aires,
donde enseñó boxeo en el Sindicato Gastronómico, al mismo tiempo que dio clases
de defensa personal, por lo general sin un trabajo estable y permanente, Aro
regresó a aquel viejo amor del canto y la poesía y se refugió en la música:
"Escribía tangos, tonadas, cuecas, zambas y boleros, cuando me venía la
inspiración, además de muchas poesías cortas. Le cantaba al amor, a mi Mendoza,
a la memoria de mi viejita que gracias a Dios la tengo en el cielo. Compuse más
de 100 temas y varios han sido grabados por Las Voces de El Plumerillo,
Ramoncito Ahumada y los Hermanos Ríos".
ÍNTIMAS CONFESIONES
Aro se confiesa con palabras honestas y
sinceras: "Tengo salud que es lo importante y estoy bien de la cabeza;
hablo con propiedad, no balbuceo, no tengo secuelas de golpes serios. Tampoco
tengo marcas en la cara, me siento lúcido, salvo que fumo algún cigarrillo de
más aunque no me tiro el humo a pecho. Otros boxeadores de campañas largas como
la mía, que hice 347 peleas y gané 24 títulos, hablan mal, no se les entiende
lo que dicen, están como perdidos. Viví bien, tenía confort, comía de primera,
vestía mejor, pero nunca fui previsor, no guardé un peso y siempre me
arrepiento. Nunca gané mucha plata, plata grande; sólo bolsas medianamente
importantes, nada más. Lo que más logré fueron copas, trofeos, medallas,
pergaminos. Descubrí el mundo, viajé mucho, traté gente, lloré en Chicago
cuando me tocaron el Himno y fui a los Juegos Olímpicos de Roma donde pelearon
Cassius Clay, Sandro Lopóppolo y Nino Benvenutti. Ahí me enriquecí como persona
porque visité lugares relacionados con la historia de la humanidad. Conocí El
Coliseo, la Basílica de San Pedro, El Vaticano, la Vía Venetto y la Fuente de
Trevi. Alcancé a ser el mejor de Sudamérica; sólo me faltó la corona mundial.
Después de Foster llegué a estar tercero en el ránking y cuando tuve la chance
con Peppermint Frazer, en Panamá, caí en el primer round. Me agarró frío,
desprevenido, mal parado; sólo duré poco más de 1’ y medio. Nunca más tuve otra
chance".
El viejo campeón vuelve al pasado:
"Aprendí de grandes, de los mejores. Hice guantes con Pascual Pérez, con
Locche. Pascualito me decía: "¡Qué izquierda pibe! ¡Cuidate Arito que vas
a ser un gran campeón!". Nicolino fue lo más maravilloso que vi, era
único. Don Paco nos ponía para que hiciéramos guantes y aprendí muchísimo.
También me esmeraba y el Nico me pedía. "Che hermano, aflojale, no me
hagas quedar mal que don Paco está mirando". Pero nunca le encontré la vuelta
cuando se defendía; parecía un brujo de carne y hueso".
Lo quise mucho al Gringo, siempre lo
admiré. Muchas veces Bermúdez me marcaba los tiempos, como si adivinara el
desenlace. En la revancha contra Benelli me dijo en el rincón, antes de la
décima vuelta: "Ahora es su momento". Sabía qué hacer y lo puse KO.
Contra Foster me dijo: "Si lo toca de nuevo se cae” Lo toqué y se
cayó".
Así, Aro cierra con una última reflexión: "A los 10 años andaba a
los golpes con otros chicos del barrio, allá en Dorrego donde nos habíamos ido
a vivir y a los 12 me subí por primera vez a un ring. Desde chiquito me
enseñaron que debía aprender a tirar piñas para defenderme, que tenía que ser
más duro que mi contrincante. Me llevaron a un gimnasio y me mostraron el rigor
del entrenamiento, para tener un buen físico y ser cada vez más potente. Sólo
aprendí el oficio de boxeador. Nunca supe hacer otra cosa y aunque después
cuando lo necesité busqué un trabajo como instructor nunca resultó algo seguro o
permanente. Claro que cometí errores, pero nunca actué con mala fe. Ahora le doy
gracias a la vida por la mujer que tengo a mi lado, que Dios me la puso en el
camino, porque es una bendición que me llegó en el instante justo, para seguir
adelante".
Intérprete:
CARLOS ARO
Álbum:
NO ME HAGAS SUFRIR / RECUERDOS DE MI
NIÑEZ (*)
Año:
1970
Portadas
y etiquetas: SÍ, originales restauradas,
rediseñadas y optimizadas digitalmente
Sello:
MUSIC HALL
Nº:
31.286
Formato
original: Simple duración (Simple play)
de vinilo en 33 1/3 r.p.m. (SP)
Bitrate:
CBR 256 Kbps en 48.000 Hz
LADO 1
1.
No me hagas sufrir (tonada) 2:14
Nestor David Caballero /
Abdón David
LADO 2
1.
Recuerdos de mi niñez (tonada) 2:43
Derechos Reservados /
Carlos Alberto Aro / Sencioni
Digitalización del disco simple de vinilo original, corrección del audio, masterización y su edición a formato mp3: ADRIANO DAMIÁN CORNEJO
Digitalización de portada y etiquetas originales del disco simple de vinilo original: ADRIANO DAMIÁN CORNEJO
Digitalización de portada y etiquetas originales del disco simple de vinilo original: ADRIANO DAMIÁN CORNEJO
Restauración, rediseño y optimización de portada y etiquetas originales, detalle de temas, ritmos, autores, intérpretes y etiquetas (tags): ALEJANDRO ALFREDO
(*) NOTA: Invalorable aporte de la COLECCIÓN PERSONAL del amigo del blog ADRIANO DAMIÁN CORNEJO. Muchísimas gracias Adriano!!!.
Un saludo cordial para todos!!!. Si quieren comentar, estaría muy bueno!!!. NOS VEMOS LUEGO AL MEDIODÍA SI DIOS QUIERE, CON MÁS NOVEDADES MUSICALES Y RECORDANDO QUE...
(*) NOTA: Invalorable aporte de la COLECCIÓN PERSONAL del amigo del blog ADRIANO DAMIÁN CORNEJO. Muchísimas gracias Adriano!!!.
Un saludo cordial para todos!!!. Si quieren comentar, estaría muy bueno!!!. NOS VEMOS LUEGO AL MEDIODÍA SI DIOS QUIERE, CON MÁS NOVEDADES MUSICALES Y RECORDANDO QUE...
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